NEWSLETTER N°80 / ENERO 2015
El huevo y sus componentes como alimento funcionalEl huevo es un ingrediente habitual en la alimentación del hombre desde su origen. Se caracteriza por su alta densidad nutritiva, una excelente relación calidad-precio y ser ingrediente básico y versátil a nivel culinario.
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Un huevo esta formado, básicamente, por una yema central (31%) rodeada por el albumen o clara (58%) y todo ello envuelto por una cáscara externa (11%). El huevo tiene unos contenidos moderados en calorías y ácidos grasos (AG) saturados. Ofrece una proteína con un perfil en aminoácidos ideal para las necesidades del organismo, una alta proporción de AG insaturados, todas las vitaminas excepto la vit, C y minerales esenciales de forma concentrada. Estos macro y micronutrientes están conservados y protegidos por la cáscara. La cáscara es una estructura muy compleja que contribuye al sistema de defensa frente a la contaminación microbiana del huevo y es un excelente envoltorio natural que preserva el valor nutricional del huevo entero. Todo ello no es sorprendente si recordamos que, el huevo forma parte del sistema de reproducción del ave y contiene todos los compuestos, nutrientes y no, necesarios para el desarrollo del embrión.
En este trabajo se describen los nutrientes y componentes más importantes de cada una de las partes del huevo (tabla 1). Se hace especial referencia a la presencia de sustancias biológicamente activas, nutrientes o no, que tienen un demostrado efecto extranutricional, es decir que ofrecen beneficios para prevenir y evitar alteraciones o desequilibrios. Se evalúa la repercusión del consumo de huevos sobre la ingestión total de estos compuestos en la población española y lo que representan del consumo diario recomendado (tabla 2).
En este trabajo se describen los nutrientes y componentes más importantes de cada una de las partes del huevo (tabla 1). Se hace especial referencia a la presencia de sustancias biológicamente activas, nutrientes o no, que tienen un demostrado efecto extranutricional, es decir que ofrecen beneficios para prevenir y evitar alteraciones o desequilibrios. Se evalúa la repercusión del consumo de huevos sobre la ingestión total de estos compuestos en la población española y lo que representan del consumo diario recomendado (tabla 2).
Valor Nutritivo y Funcional del Huevo
Se define como alimento funcional, aquel cuyo consumo contribuye a aportar beneficios sobre la salud, por encima del aporte estrictamente nutricional. Es decir que presenta compuestos que han sido identificados como fisiológicamente activos y con demostrados efectos positivos para mantener y potenciar la salud, así como prevenir la aparición de determinadas patologías.
Existen evidencias científicas de que el huevo contiene numerosos compuestos con actividad biológica que pueden tener un papel en la terapia y prevención de enfermedades crónicas e infecciosas. Se han descrito la presencia de compuestos con actividades antimicrobianas, inmunomoduladores, propiedades antioxidantes, anticancerígenas y antihipertensivas, entre otras (Huopalahti et al., 2007; Kovac-Nolan et al., 2005). De hecho algunas de estas sustancias ya se aíslan y producen a escala industrial como la lisozima y avidina de la clara o inmunoglobulinas (IgY) y fosfolípidos como la lecitina de la yema.
Pero además de las posibilidades de los ovoproductos, es importante conocer el papel del huevo entero como alimento funcional, ya que es el ingrediente habitual de nuestra dieta. Los compuestos presentes en el huevo entero con demostrado y aceptado valor funcional son colina, luteina y zeaxantina. Además también podemos considerar la vitamina E y los AG poliinsaturados (AGPI) omega-3, que solo están presentes en cantidades importantes en huevos enriquecidos. Pero más allá del concepto “funcional”, el huevo aporta algunos nutrientes que benefician el estado de salud y bienestar de las personas (Applegate, 2000; Meister et al., 2002).
Se define como alimento funcional, aquel cuyo consumo contribuye a aportar beneficios sobre la salud, por encima del aporte estrictamente nutricional. Es decir que presenta compuestos que han sido identificados como fisiológicamente activos y con demostrados efectos positivos para mantener y potenciar la salud, así como prevenir la aparición de determinadas patologías.
Existen evidencias científicas de que el huevo contiene numerosos compuestos con actividad biológica que pueden tener un papel en la terapia y prevención de enfermedades crónicas e infecciosas. Se han descrito la presencia de compuestos con actividades antimicrobianas, inmunomoduladores, propiedades antioxidantes, anticancerígenas y antihipertensivas, entre otras (Huopalahti et al., 2007; Kovac-Nolan et al., 2005). De hecho algunas de estas sustancias ya se aíslan y producen a escala industrial como la lisozima y avidina de la clara o inmunoglobulinas (IgY) y fosfolípidos como la lecitina de la yema.
Pero además de las posibilidades de los ovoproductos, es importante conocer el papel del huevo entero como alimento funcional, ya que es el ingrediente habitual de nuestra dieta. Los compuestos presentes en el huevo entero con demostrado y aceptado valor funcional son colina, luteina y zeaxantina. Además también podemos considerar la vitamina E y los AG poliinsaturados (AGPI) omega-3, que solo están presentes en cantidades importantes en huevos enriquecidos. Pero más allá del concepto “funcional”, el huevo aporta algunos nutrientes que benefician el estado de salud y bienestar de las personas (Applegate, 2000; Meister et al., 2002).
Densidad Nutritiva
Destaca su moderado contenido energético, 85 kcal en un huevo de 60g, que corresponde a 150 kcal /100g de huevo comestible.
En paralelo, presenta una alta densidad nutritiva, es decir que aporta una alta proporción de las necesidades diarias de una persona en nutrientes esenciales acompañado de una baja proporción de sus necesidades en calorías. Así, la densidad nutricional del huevo (g, mg ó μg de nutriente/1000 kcal alimento) es muy favorable en relación a otros alimentos proteicos como la carne, sobre todo en referencia a los AGPI y a micronutrientes como el hierro y las vitaminas B2, B12, A, E y folato (Codony, 2002) Por ello, el consumo de huevos es especialmente adecuado en personas que ingieren una limitada cantidad de alimento y/o energía pero que necesitan asegurar la ingestión de nutrientes esenciales (personas de edad avanzada, niños, dietas de adelgazamiento, etc.)
Destaca su moderado contenido energético, 85 kcal en un huevo de 60g, que corresponde a 150 kcal /100g de huevo comestible.
En paralelo, presenta una alta densidad nutritiva, es decir que aporta una alta proporción de las necesidades diarias de una persona en nutrientes esenciales acompañado de una baja proporción de sus necesidades en calorías. Así, la densidad nutricional del huevo (g, mg ó μg de nutriente/1000 kcal alimento) es muy favorable en relación a otros alimentos proteicos como la carne, sobre todo en referencia a los AGPI y a micronutrientes como el hierro y las vitaminas B2, B12, A, E y folato (Codony, 2002) Por ello, el consumo de huevos es especialmente adecuado en personas que ingieren una limitada cantidad de alimento y/o energía pero que necesitan asegurar la ingestión de nutrientes esenciales (personas de edad avanzada, niños, dietas de adelgazamiento, etc.)
Proteína y aminoácidos
Un huevo aporta unos 6 g de proteína, repartidos fundamentalmente entre la yema y la clara. El albumen consiste en una solución acuosa (88%) y proteica (11% del albumen). De las numerosas proteínas presentes en la clara, destacan la ovoalbúmina (54%) y ovomucina (11%) responsables de la consistencia del albumen, y la lisozima (3,4%) por sus propiedades antibacterianas. El resto de las proteínas del huevo se encuentran en la yema (16% de la yema), que consiste en una emulsión de agua (49 %) y lipoproteínas.
La calidad de la proteína que aporta un alimento viene determinada por su digestibilidad y su composición aminoacídica. La composición proteica del huevo es considerada de alto valor biológico, ya que contiene todos los aminoácidos esenciales y en la proporción adecuada “ideal”, para cubrir las necesidades de las personas. Por ello, se utiliza como patrón de referencia para la evaluación de la calidad proteica de los alimentos. Además se considera una fuente de proteína altamente digestible ya que más del 95 % de la proteína del huevo es digerida y resulta disponible para cubrir las distintas necesidades del organismo (Millward, 2004).
Por otro lado, los resultados de algunos trabajos indican que el consumo de alimentos de alto valor proteico, como el huevo, pueden ayudar a controlar el apetito y a mantener el estado (masa y resistencia) de la musculatura (Layman, 2004; Vander Wal et al, 2005).
En concreto, se ha descrito el importante papel de la leucina en el control de la síntesis de tejido muscular y en el control de la saciedad (Layman y Walker, 2006), el huevo es una fuente concentrada de este nutriente.
Los huevos no aportan purinas (que se transforman en ácido úrico en el organismo) y son especialmente interesantes en la alimentación de personas que padecen gota (Ortega, 2002).
Un huevo aporta unos 6 g de proteína, repartidos fundamentalmente entre la yema y la clara. El albumen consiste en una solución acuosa (88%) y proteica (11% del albumen). De las numerosas proteínas presentes en la clara, destacan la ovoalbúmina (54%) y ovomucina (11%) responsables de la consistencia del albumen, y la lisozima (3,4%) por sus propiedades antibacterianas. El resto de las proteínas del huevo se encuentran en la yema (16% de la yema), que consiste en una emulsión de agua (49 %) y lipoproteínas.
La calidad de la proteína que aporta un alimento viene determinada por su digestibilidad y su composición aminoacídica. La composición proteica del huevo es considerada de alto valor biológico, ya que contiene todos los aminoácidos esenciales y en la proporción adecuada “ideal”, para cubrir las necesidades de las personas. Por ello, se utiliza como patrón de referencia para la evaluación de la calidad proteica de los alimentos. Además se considera una fuente de proteína altamente digestible ya que más del 95 % de la proteína del huevo es digerida y resulta disponible para cubrir las distintas necesidades del organismo (Millward, 2004).
Por otro lado, los resultados de algunos trabajos indican que el consumo de alimentos de alto valor proteico, como el huevo, pueden ayudar a controlar el apetito y a mantener el estado (masa y resistencia) de la musculatura (Layman, 2004; Vander Wal et al, 2005).
En concreto, se ha descrito el importante papel de la leucina en el control de la síntesis de tejido muscular y en el control de la saciedad (Layman y Walker, 2006), el huevo es una fuente concentrada de este nutriente.
Los huevos no aportan purinas (que se transforman en ácido úrico en el organismo) y son especialmente interesantes en la alimentación de personas que padecen gota (Ortega, 2002).
Lípidos
El huevo contiene aproximadamente un 11% de fracción grasa (6 g por huevo de 60 g) depositada exclusivamente en la yema. De la cual un 66 % son triglicéridos, un 28% son fosfolípidos y un 5 % colesterol. Es remarcable el alto nivel de fosfolípidos del huevo que representan, aproximadamente, 2 g por huevo y destaca la presencia de fosfatidilcolina o lecitina. Las vitaminas liposolubles y los carotenoides forman parte de un 1 % de los lípidos de la yema.
En relación al porcentaje de ácidos grasos en el huevo entero comestible, un 3 % son AG saturados AGS, un 4 % son AG monoinsaturados (AGMI) y un 2 % son AGPI, en concreto un 1,4% de ácido linoleico esencial. No solo la cantidad sino también la relación entre AG tiene una importante repercusión en la salud. Como vemos la relación AGPI/AGS es de 0,56-0,73, siendo muy favorable, ya que se sitúa por encima de los valores mínimos recomendados (0.35) (Codony, 2002).
Está bien establecido que la modificación del perfil en AG del pienso permite cambiar la composición en AG de la yema. Este cambio se basa, fundamentalmente, en la variación inversa ente las fracciones de AGPI y AGMI, mientras que los AGS permanecen prácticamente constantes. En este sentido, en la actualidad encontramos en el mercado huevos en cáscara enriquecidos en AGPI omega-3, esto es posible gracias a la incorporación de aceite de linaza o pescado en la ración de las gallinas. Esto permite aumentar los niveles de AG eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA), que son AGPI omega-3 de cadena muy larga cuyo consumo ha demostrado reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y mejorar las funciones visuales y mentales (Baucells et al., 2000). Un huevo enriquecido, aunque existe una gran variabilidad de contenido y proporción de linolénico /EPA/DHA,) puede llegar a cubrir prácticamente el 100% de la ingesta diaria recomendada (CDR).
En cuanto al colesterol, el contenido medio es de 385 mg por 100 g de huevo entero (210 mg en un huevo de unos 60g) y esta depositado en la yema. Esta cantidad contribuye de manera importante a la ingesta diaria de este compuesto. Esta demostrado que existe una relación entre el riesgo de enfermedades cardiovasculares y la presencia de altos niveles de colesterol en la circulación sanguínea, especialmente colesterol integrado en lipoproteínas de baja densidad (LDL). Pero el colesterol de la dieta no es el principal responsable de los niveles de colesterol circulantes. De hecho se señala que la cantidad y el tipo de grasa ingerida, es muy responsable incluso más que el colesterol, aumentando los niveles de colesterol LDL en paralelo con el incremento del consumo de AGS (American Heart Association AHA, 2000).
En concreto, diferentes estudios realizados han demostrado que no existe una asociación entre el consumo de huevos y la aparición y desarrollo de enfermedades cardiovasculares (Hu et al., 1999; Kritchevsky, 2004; McNamara, 2002; Nakamura et al., 2006; Natoli et al., 2007; Qureshi et al., 2007). Las recomendaciones nutricionales de la AHA mantienen el máximo de 300 mg de colesterol por persona y día pero han rectificado y no limitan el consumo de huevos. Es importante destacar que otros compuestos del huevo como los AGPI, antioxidantes (carotenoides, vit. E, selenio), fosfolípidos (lecitina y esfingomielina), vitaminas del grupo B y folato pueden contribuir a contrarrestar el posible efecto negativo del consumo de colesterol.
El consumo de huevos en España (35 g/día, equivalente a unos 4 huevos medianos a la semana) supone un 2,8% de la ingesta total de grasa, 2,7% de AGS y 27,1% de colesterol (Carbajal, 2005).
La colina es una amina terciaria esencial, imprescindible para mantener la integridad de la membrana. Tanto la colina como el ácido fólico son donadores de grupos metilo y, junto con la vit. B12, evitan el aumento de la concentración de homocisteína en sangre (aumento que se relaciona con el incremento de riesgo cardiovascular), ya que facilitan la transformación de homocisteína en metionina. También es importante para el normal desarrollo y funcionamiento cerebral. Según recientes investigaciones, la colina es indispensable para la formación y desarrollo del centro de la memoria situado en el hipotálamo, durante el desarrollo embrionario.
Por ello la ingestión y biodisponibilidad de la colina durante el último periodo de gestación y primera etapa de la vida, tiene una importante repercusión sobre el desarrollo y mantenimiento de la capacidad de memoria (Zeisel, 2004). En paralelo, el consumo de colina mejora la función mental en personas con déficit de acetilcolina como son los enfermos de Alzheimer y personas mayores con demencia presenil. Además la colina se relaciona con la función renal, incrementa la secreción de bilis y previene su estancamiento en la vesícula, evitando la formación de cálculos y favoreciendo su disolución o eliminación (Fischer y col., 2005). También es importante la relación entre la colina y el metabolismo del colesterol. Hay evidencias de que la fosfatidilcolina o lecitina así como la esfingomielina de la yema del huevo, tienen efectos hipocolesterolémicos y antiaterogénicos ya que reduce la absorción de colesterol (Jiang y col., 2000; Noh y Koo, 2003).
Un huevo contiene aproximadamente 250-300 mg/100g de colina, mayoritariamente integrado en el fosfolípido fosfatidilcolina o lecitina de la yema. La ingesta recomendada se sitúa en 550 y 425 mg/día para hombres y mujeres, respectivamente.
Luteina y Zeaxantina, son pigmentos carotenoides no provitamínicos que se encuentran en la yema del huevo Tiene una gran importancia comercial ya que, junto con las xantofilas rojas, son responsables del color de la yema del huevo. Se ha demostrado que estos carotenoides tienen un importante efecto antioxidante, antimutagénico y anticarcinogénico (Ribaya-Mercado y Blumberg, 2004; Sajilata et al., 2008). Y por ello los huevos se han considerado alimentos funcionales (ADA, 2003).
En concreto, se ha demostrado que la ingestión de luteína y la zeaxantina reduce el riesgo de cataratas y previene la degeneración macular. Ya que estos compuestos están presentes en el cristalino y la región macular de la retina donde ejercen una acción antioxidante (Curran-Celentano et al., 2003; Lyle et al., 1999; Moeller et al., 2000).
También se ha demostrado que la luteína ejerce una acción antiinflamatoria con un importante papel en la prevención de enfermedades coronarias y desarrollo de algunos tipos de cáncer (Dwyer y col., 2004; Ribaya-Mercado y Blumberg, 2004) El huevo es el único alimento de origen animal que aporta luteína y zeaxantina, y aunque su contenido es inferior al de algunas fuentes de origen vegetal, la biodisponibilidad es superior (Chung y col., 2004; Handelman et al., 1999). Se ha descrito que 100g de yema contiene 1723 μg de luteína y 1257 μg de zeaxantina, además su contenido aumenta de forma directamente proporcional a su concentración en el pienso de las gallinas.
El huevo contiene aproximadamente un 11% de fracción grasa (6 g por huevo de 60 g) depositada exclusivamente en la yema. De la cual un 66 % son triglicéridos, un 28% son fosfolípidos y un 5 % colesterol. Es remarcable el alto nivel de fosfolípidos del huevo que representan, aproximadamente, 2 g por huevo y destaca la presencia de fosfatidilcolina o lecitina. Las vitaminas liposolubles y los carotenoides forman parte de un 1 % de los lípidos de la yema.
En relación al porcentaje de ácidos grasos en el huevo entero comestible, un 3 % son AG saturados AGS, un 4 % son AG monoinsaturados (AGMI) y un 2 % son AGPI, en concreto un 1,4% de ácido linoleico esencial. No solo la cantidad sino también la relación entre AG tiene una importante repercusión en la salud. Como vemos la relación AGPI/AGS es de 0,56-0,73, siendo muy favorable, ya que se sitúa por encima de los valores mínimos recomendados (0.35) (Codony, 2002).
Está bien establecido que la modificación del perfil en AG del pienso permite cambiar la composición en AG de la yema. Este cambio se basa, fundamentalmente, en la variación inversa ente las fracciones de AGPI y AGMI, mientras que los AGS permanecen prácticamente constantes. En este sentido, en la actualidad encontramos en el mercado huevos en cáscara enriquecidos en AGPI omega-3, esto es posible gracias a la incorporación de aceite de linaza o pescado en la ración de las gallinas. Esto permite aumentar los niveles de AG eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA), que son AGPI omega-3 de cadena muy larga cuyo consumo ha demostrado reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y mejorar las funciones visuales y mentales (Baucells et al., 2000). Un huevo enriquecido, aunque existe una gran variabilidad de contenido y proporción de linolénico /EPA/DHA,) puede llegar a cubrir prácticamente el 100% de la ingesta diaria recomendada (CDR).
En cuanto al colesterol, el contenido medio es de 385 mg por 100 g de huevo entero (210 mg en un huevo de unos 60g) y esta depositado en la yema. Esta cantidad contribuye de manera importante a la ingesta diaria de este compuesto. Esta demostrado que existe una relación entre el riesgo de enfermedades cardiovasculares y la presencia de altos niveles de colesterol en la circulación sanguínea, especialmente colesterol integrado en lipoproteínas de baja densidad (LDL). Pero el colesterol de la dieta no es el principal responsable de los niveles de colesterol circulantes. De hecho se señala que la cantidad y el tipo de grasa ingerida, es muy responsable incluso más que el colesterol, aumentando los niveles de colesterol LDL en paralelo con el incremento del consumo de AGS (American Heart Association AHA, 2000).
En concreto, diferentes estudios realizados han demostrado que no existe una asociación entre el consumo de huevos y la aparición y desarrollo de enfermedades cardiovasculares (Hu et al., 1999; Kritchevsky, 2004; McNamara, 2002; Nakamura et al., 2006; Natoli et al., 2007; Qureshi et al., 2007). Las recomendaciones nutricionales de la AHA mantienen el máximo de 300 mg de colesterol por persona y día pero han rectificado y no limitan el consumo de huevos. Es importante destacar que otros compuestos del huevo como los AGPI, antioxidantes (carotenoides, vit. E, selenio), fosfolípidos (lecitina y esfingomielina), vitaminas del grupo B y folato pueden contribuir a contrarrestar el posible efecto negativo del consumo de colesterol.
El consumo de huevos en España (35 g/día, equivalente a unos 4 huevos medianos a la semana) supone un 2,8% de la ingesta total de grasa, 2,7% de AGS y 27,1% de colesterol (Carbajal, 2005).
La colina es una amina terciaria esencial, imprescindible para mantener la integridad de la membrana. Tanto la colina como el ácido fólico son donadores de grupos metilo y, junto con la vit. B12, evitan el aumento de la concentración de homocisteína en sangre (aumento que se relaciona con el incremento de riesgo cardiovascular), ya que facilitan la transformación de homocisteína en metionina. También es importante para el normal desarrollo y funcionamiento cerebral. Según recientes investigaciones, la colina es indispensable para la formación y desarrollo del centro de la memoria situado en el hipotálamo, durante el desarrollo embrionario.
Por ello la ingestión y biodisponibilidad de la colina durante el último periodo de gestación y primera etapa de la vida, tiene una importante repercusión sobre el desarrollo y mantenimiento de la capacidad de memoria (Zeisel, 2004). En paralelo, el consumo de colina mejora la función mental en personas con déficit de acetilcolina como son los enfermos de Alzheimer y personas mayores con demencia presenil. Además la colina se relaciona con la función renal, incrementa la secreción de bilis y previene su estancamiento en la vesícula, evitando la formación de cálculos y favoreciendo su disolución o eliminación (Fischer y col., 2005). También es importante la relación entre la colina y el metabolismo del colesterol. Hay evidencias de que la fosfatidilcolina o lecitina así como la esfingomielina de la yema del huevo, tienen efectos hipocolesterolémicos y antiaterogénicos ya que reduce la absorción de colesterol (Jiang y col., 2000; Noh y Koo, 2003).
Un huevo contiene aproximadamente 250-300 mg/100g de colina, mayoritariamente integrado en el fosfolípido fosfatidilcolina o lecitina de la yema. La ingesta recomendada se sitúa en 550 y 425 mg/día para hombres y mujeres, respectivamente.
Luteina y Zeaxantina, son pigmentos carotenoides no provitamínicos que se encuentran en la yema del huevo Tiene una gran importancia comercial ya que, junto con las xantofilas rojas, son responsables del color de la yema del huevo. Se ha demostrado que estos carotenoides tienen un importante efecto antioxidante, antimutagénico y anticarcinogénico (Ribaya-Mercado y Blumberg, 2004; Sajilata et al., 2008). Y por ello los huevos se han considerado alimentos funcionales (ADA, 2003).
En concreto, se ha demostrado que la ingestión de luteína y la zeaxantina reduce el riesgo de cataratas y previene la degeneración macular. Ya que estos compuestos están presentes en el cristalino y la región macular de la retina donde ejercen una acción antioxidante (Curran-Celentano et al., 2003; Lyle et al., 1999; Moeller et al., 2000).
También se ha demostrado que la luteína ejerce una acción antiinflamatoria con un importante papel en la prevención de enfermedades coronarias y desarrollo de algunos tipos de cáncer (Dwyer y col., 2004; Ribaya-Mercado y Blumberg, 2004) El huevo es el único alimento de origen animal que aporta luteína y zeaxantina, y aunque su contenido es inferior al de algunas fuentes de origen vegetal, la biodisponibilidad es superior (Chung y col., 2004; Handelman et al., 1999). Se ha descrito que 100g de yema contiene 1723 μg de luteína y 1257 μg de zeaxantina, además su contenido aumenta de forma directamente proporcional a su concentración en el pienso de las gallinas.
Vitaminas
El huevo contiene todas las vitaminas con excepción de la vitamina C. Las vitaminas liposolubles (A, E, D y K), el se encuentran exclusivamente en la yema. El resto de las vitaminas hidrosolubles se encuentran en yema y albumen. La biotina, ácidos pantoténico, B1, B6, ácido fólico y la B12 se concentran mayoritariamente en la yema mientras que el 50% de la B2 esta depositado en el albumen. Un huevo satisface entre el 10-15 % de las necesidades diarias de vitaminas A, D, B2, niacina, B12 (68%), ác, pantoténico y biotina, para las restantes vitaminas su contribución es menor (3-5% del total necesario) (Tortuero, 2002).
La vitamina A es importante para el normal funcionamiento y desarrollo celular y, especialmente, esencial para la visión. Los alimentos de origen vegetal contiene precursores de vitamina A pero solo los productos de origen animal aportan esta vitamina de forma pre-formada. En concreto el huevo puede presentar 480 UI/ huevo lo que vendría a cubrir el 10 % del CDR.
Destacar, que el huevo es uno de los pocos alimentos que aporta cantidades apreciables no solo de vitamina D o colecalciferol, sino también del metabolito 25-(OH)-colecalciferol, de mayor actividad biológica (Carbajal, 2005). El consumo de huevo constituye un 15 % de la ingesta total de este nutriente y puede ser importante en personas que tienen limitado el acceso a la luz natural. La vitamina E o tocoferol es conocida por su gran poder antioxidante, ya que neutraliza la acción degenerativa de los radicales libres y previene la oxidación celular. El huevo presenta 1,1-1,6 mg/100g de vitamina E lo que representa el 5 % de la CDR. Es uno de los nutrientes que ha sido comprobado y conseguido su enriquecimiento a través de la alimentación de la gallina (Galobart et al., 2002), y que tiene demostrada acción funcional.
La vitamina B2 o riboflavina esta implicada en diferentes rutas metabólicas del organismo. Un huevo puede aportar 250 μg de vitamina B2 y contribuye en un 7,8 % a la ingesta global de la población española.
La vitamina B12 o cianocobalamina interviene en la formación de células sanguíneas y del tejido nervioso. Su contenido en el huevo se cifra en 2,5 μg/100g y viene a contribuir en un 9,3 % al total de la ingesta, un huevo puede llegar a cubrir el 68 % del CDR. El ácido Fólico tiene efectos parecidos a la colina en relación a su importancia durante la gestación. El huevo contiene 50 μg/100g de folato lo que permite una contribución del 8 % del consumo total de este nutriente en España.
La biotina es otro micronutriente importante dentro del metabolismo energético y con importantes implicaciones a nivel de los tejidos epiteliales. Las necesidades se sitúan entre 30 y 100 μg/día. Y aunque la microbiota intestinal es capaz de sintetizar y aportar esta vitamina al organismo, el consumo durante la lactación esta recomendado para contrarrestar las pérdidas a través de la leche.El huevo presenta 25 μg/100g lo que puede ayudar a cubrir las necesidades. Es importante recordar, que solo en el caso del huevo crudo, la avidina impide la absorción de la biotina. La avidina es una proteína de la clara que se inactiva con el tratamiento térmico. Así pues, es recomendable consumir la clara cocinada, también por la presencia de ovomucoides con acción antitripsina, es decir que impiden la digestión de la proteína.
El huevo contiene todas las vitaminas con excepción de la vitamina C. Las vitaminas liposolubles (A, E, D y K), el se encuentran exclusivamente en la yema. El resto de las vitaminas hidrosolubles se encuentran en yema y albumen. La biotina, ácidos pantoténico, B1, B6, ácido fólico y la B12 se concentran mayoritariamente en la yema mientras que el 50% de la B2 esta depositado en el albumen. Un huevo satisface entre el 10-15 % de las necesidades diarias de vitaminas A, D, B2, niacina, B12 (68%), ác, pantoténico y biotina, para las restantes vitaminas su contribución es menor (3-5% del total necesario) (Tortuero, 2002).
La vitamina A es importante para el normal funcionamiento y desarrollo celular y, especialmente, esencial para la visión. Los alimentos de origen vegetal contiene precursores de vitamina A pero solo los productos de origen animal aportan esta vitamina de forma pre-formada. En concreto el huevo puede presentar 480 UI/ huevo lo que vendría a cubrir el 10 % del CDR.
Destacar, que el huevo es uno de los pocos alimentos que aporta cantidades apreciables no solo de vitamina D o colecalciferol, sino también del metabolito 25-(OH)-colecalciferol, de mayor actividad biológica (Carbajal, 2005). El consumo de huevo constituye un 15 % de la ingesta total de este nutriente y puede ser importante en personas que tienen limitado el acceso a la luz natural. La vitamina E o tocoferol es conocida por su gran poder antioxidante, ya que neutraliza la acción degenerativa de los radicales libres y previene la oxidación celular. El huevo presenta 1,1-1,6 mg/100g de vitamina E lo que representa el 5 % de la CDR. Es uno de los nutrientes que ha sido comprobado y conseguido su enriquecimiento a través de la alimentación de la gallina (Galobart et al., 2002), y que tiene demostrada acción funcional.
La vitamina B2 o riboflavina esta implicada en diferentes rutas metabólicas del organismo. Un huevo puede aportar 250 μg de vitamina B2 y contribuye en un 7,8 % a la ingesta global de la población española.
La vitamina B12 o cianocobalamina interviene en la formación de células sanguíneas y del tejido nervioso. Su contenido en el huevo se cifra en 2,5 μg/100g y viene a contribuir en un 9,3 % al total de la ingesta, un huevo puede llegar a cubrir el 68 % del CDR. El ácido Fólico tiene efectos parecidos a la colina en relación a su importancia durante la gestación. El huevo contiene 50 μg/100g de folato lo que permite una contribución del 8 % del consumo total de este nutriente en España.
La biotina es otro micronutriente importante dentro del metabolismo energético y con importantes implicaciones a nivel de los tejidos epiteliales. Las necesidades se sitúan entre 30 y 100 μg/día. Y aunque la microbiota intestinal es capaz de sintetizar y aportar esta vitamina al organismo, el consumo durante la lactación esta recomendado para contrarrestar las pérdidas a través de la leche.El huevo presenta 25 μg/100g lo que puede ayudar a cubrir las necesidades. Es importante recordar, que solo en el caso del huevo crudo, la avidina impide la absorción de la biotina. La avidina es una proteína de la clara que se inactiva con el tratamiento térmico. Así pues, es recomendable consumir la clara cocinada, también por la presencia de ovomucoides con acción antitripsina, es decir que impiden la digestión de la proteína.
Minerales
Tanto la clara como la yema del huevo contienen una amplia variedad de minerales, destacando la contribución a la ingesta diaria recomendada de zinc (4,7 %), selenio (9,7), hierro (10,5 %) y calcio (3,9 %). Es remarcable que el zinc aportado por el huevo se absorbe mejor que el de los alimentos de origen vegetal (Sandstrom y col., 1987). También es destacable la riqueza en selenio, ya que esta bien establecido su papel frente al estrés oxidativo.
Está claramente demostrado que la composición del huevo puede variar debido a distintos factores como la alimentación, la genética y la edad de las gallinas. Sin embargo, cambios importantes con repercusión práctica a nivel nutricional, únicamente se han descrito en los lípidos (por ejemplo ácidos grasos omega-3, CLA), las vitaminas liposolubles, como la E, y algunos minerales (yodo, cromo y selenio) lo que permite la producción de huevos enriquecidos en diferentes componentes de interés nutricional y/o funcional.
Tanto la clara como la yema del huevo contienen una amplia variedad de minerales, destacando la contribución a la ingesta diaria recomendada de zinc (4,7 %), selenio (9,7), hierro (10,5 %) y calcio (3,9 %). Es remarcable que el zinc aportado por el huevo se absorbe mejor que el de los alimentos de origen vegetal (Sandstrom y col., 1987). También es destacable la riqueza en selenio, ya que esta bien establecido su papel frente al estrés oxidativo.
Está claramente demostrado que la composición del huevo puede variar debido a distintos factores como la alimentación, la genética y la edad de las gallinas. Sin embargo, cambios importantes con repercusión práctica a nivel nutricional, únicamente se han descrito en los lípidos (por ejemplo ácidos grasos omega-3, CLA), las vitaminas liposolubles, como la E, y algunos minerales (yodo, cromo y selenio) lo que permite la producción de huevos enriquecidos en diferentes componentes de interés nutricional y/o funcional.
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